Párrafo de la novela Angie
Angie flotaba sin sentir su cuerpo en algún lugar del tiempo y el espacio que no podía comprender, había intentado precisar, pero era inútil. Estaba en un lugar azul, con tonos blancos en forma de peces. No necesitaba respirar pero ella lo hacía, tal vez por costumbre. Allí se movía sin caminar, buscaba algo que no lograba encontrar, era como si necesitara rellenar huecos de su alma que permanecían abiertos y la impedían regresar a un mundo que se estaba alejando. Su madre no estaba allí, solo recordaba una mujer con el cabello cubierto, siempre lo cubría con un pañuelo. Sintió que su luz resplandecía cuando algo se le acercó, era una luz débil que no la deslumbraba, no tenía forma, pero percibió claramente el olor de aquel hombre que la había dado su amor sin pedir nada a cambio. Su padre adoptivo parecía empujarla en sentido contrario a su dirección, como si la tratara de impedir que continuara hacía el luminoso infinito que la atraía como un imán irresistible.